En el año 90 de la creación de su Reverso, la casa celebra con esta novedad repleta de técnicas milenarias, que destaca por su inigualable valor cultural y su impecable trabajo artesanal. Digámoslo de esta manera, lo que verá es una obra que todo artista y amante del tiempo, debería llevar puesta en su muñeca.
Jaeger-LeCoultre celebra los 90 años de su icónico Reverso fusionando su visión del arte en una edición coleccionable. Combinando la artesanía europea con el arte japonés y plasmándolo en un guardatiempo que reproduce en el reverso de la caja la obra Cascada Kirifuri realizada por el pintor y grabador Katsushika Hokusai, a base de ocho xilografías que ilustran las cascadas de varias regiones de Honshu, la principal isla de Japón. Aquí, su complejo proceso manufacturero.
La creación de un reloj con grandes desafíos
En miniatura y utilizando esmalte fue como la maison reprodujo la primera réplica de la obra en formato reloj, en una superficie de poco más de una décima parte del tamaño original. Allí se colocaron todos los elementos a escala perfecta. Además de esto, para dar mayor sentido de perspectiva y de color, hubo un doble desafío artesanal: imitar el trabajo de base a la perfección y crear la ilusión de la técnica de la xilografía.
Para conseguir los grabados multicolores fue necesario colocar varias planchas de madera, cada una con un color diferente, además de mantener intacto el efecto “bokashi” de la pintura creada a principios de la década de 1830. Los maestros esmaltadores de Jaeger-LeCoultre lo hicieron posible creando una técnica propia luego de varios intentos y un extenso proceso de investigación.
En el camino hacia la creación del reloj, continuó la esfera del Reverso Tribute con sus índices facetados en aplique y sus agujas dauphine. Para evocar la belleza en su decoración, eligieron un motivo guilloché ondulado que evoca el movimiento del agua y una leva especial para crear el efecto visual de las olas, ejecutado a mano con un torno centenario y reforzado por las capas de esmalte Grand Feu translúcido en un suave verde. Junto a esto, vino la incorporación impoluta de los índices, misma que requirió de pequeñas perforaciones a través de la superficie del esmalte y en la aplicación de la minutería ferrocarril. Todo esto y más consolidó un laborioso proceso relojero y un resultado fuera de serie