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  NEGOCIOS
 Rumores sobre una unión
de Kering con Richemont
El presidente de Richemont, Johann Rupert, ha reconocido al Financial Times que rechazó hace unos meses una propuesta de fusión proveniente de Kering. Se trata de una posible unión que, según algunos expertos, ayudaría a ambas compañías a hacer frente a LVMH, ya que Kering tiene una fuerte presencia en artículos de lujo
de rango inferior, como los productos de cuero, mientras que Richemont cuenta con marcas que ofrecen productos de alto valor, como los relojes de Cartier, Jaeger- LeCoultre o A. Lange & Söhne.
  EL MARTILLO
LA EDAD DE ORO DE LAS SUBASTAS
PESA CADA VEZ MÁS
En la subasta a la que hacíamos referencia
al comienzo de este texto se alcanzaron 8 récords mundiales en ocho referencias de Patek Philippe, la marca reina de las subastas. Entre ellas, la Ref. 1415, producido en 1949, un reloj con hora mundial en oro rosa, que se adjudicó por casi 2,3 millones de dólares; o la Ref. 2481, de 1954, que superó el millón de dólares.
Esta subasta es la que mejores resultados
ha conseguido en Asia de entre todas las realizadas por la casa Christie’s.
Uno de los principales objetivos de los pujadores es hacerse con relojes que se revaloricen con los años, pudiendo rentabilizar la inversión. Para ello, no vale cualquier reloj. De hecho, el 97% de las piezas que salen al mercado tienen muy difícil revalorizarse. Las 20 piezas adjudicadas por un importe mayor fueron Patek Philippe, Rolex o Audemars Piguet. Y no vale cualquier modelo. Conviene hacerse con un Daytona, un Nautilus o un Royal Oak. Por eso, cuando una casa saca a subasta alguno de estos relojes, la persecución es bestial. Y no solo por una cuestión meramente económica: nadie se enamora
de un fondo de inversión, pero a muchos les cuesta desprenderse del reloj de su vida.
El pasado 22 de mayo Christie’s celebró en Hong Kong una subasta con unos resultados realmente espectaculares. En realidad, fueron dos subastas. Las llamaron “The Legends of Time” y “An Exceptional Season of Watches”, y entre ambas rozaron la extraordinaria cifra de los 35 millones de dólares.
Hace mucho tiempo se habla sobre una época dorada para las casas de subastas. Ya durante la crisis financiera iniciada en 2008 el auge de las subastas de piezas relojeras ocupó páginas en todas las revistas especializadas. Ahora, que vivimos una crisis aún más inquietante que aquella, las cifras que ofrecen las sesiones de subastas no hacen más que crecer.
La reventa de relojes (sobre la que hablamos en
el especial de esta edición) es otra de las maneras de conseguir la tan ansiada pieza. Pero las subastas tienen un aura contra el que es imposible competir. La emoción de pujar y de la persecución, ese “¿quién da más?”, es pura adrenalina hasta para los bolsillos más despreocupados.
A las subastas acuden aquellos coleccionistas que buscan una pieza vintage que las marcas ya no producen, y que en muchos casos corresponden a lotes que se vendieron rápidamente. Son piezas que sus dueños atesoran con celo, conscientes de
su fantástico valor, y que cuando salen a subasta vuelven locos a los más fanáticos. Algo así ocurrió el pasado diciembre, cuando la subasta del reloj Monaco que Steve McQueen llevaba puesto
en la película “Le Mans” (1971) y que regaló al mecánico que trabajó en el rodaje alcanzó en Phillips los 2,2 millones de dólares, convirtiéndose en el Heuer mejor pagado de la historia.
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