Un arte de maestros que implica habilidades casi artísticas para lograr las más complejas creaciones, así podría definirse la Alta Relojería. Esta labor fue reconocida el pasado mes de diciembre como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
El homenaje llega justo después de que el organismo estudiara durante 18 meses la solicitud que Suiza y Francia presentaron en forma conjunta en 2019. Esta solicitud fue realizada por la Oficina Federal de Cultura de Suiza y un grupo de directivos de empresas relojeras, representantes de museos y autoridades locales francesas.
El organismo asegura que los conocimientos que se aplican en la Alta Relojería no solo permiten fabricar cronómetros y relojes, sino también otros instrumentos como esculturas y cuadros animados, cajas de música y pájaros cantores.
“La práctica transmite muchos valores como la buena mano de obra, la puntualidad, la perseverancia, la creatividad y la búsqueda infinita de precisión y el aspecto intangible de la medición del tiempo que le dan una fuerte dimensión filosófica. Por otro lado, las habilidades también han dado forma a la arquitectura, el paisaje urbano y la realidad social de las regiones”, menciona el sitio web de la Unesco.
En sus inicios, la relojería ha sido un arte exclusivo para la alta sociedad ya que los relojes de bolsillo eran tan costosos que solo la realeza y la burguesía podían adquirirlos. Algunos eran personalizados a solicitud del cliente, por lo que no eran asequibles para la mayoría.
En Suiza se producen poco más de 20 millones de relojes al año. Aunque es un poco más de 2% del total de todas las piezas que fueron fabricadas en el mundo, en términos de valor ocupa más del 50% del mercado mundial de relojes, con un volumen de negocio estimado para todas las marcas en más de 50.000 millones de francos (valor de las ventas al por menor).
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